“Le dijimos con toda claridad al régimen obradorista que nos contamos por millones quienes defendemos al INE y a nuestra democracia. Le dijimos que rechazamos cualquier pretensión de erigir un México en el que no cabemos todos. A sus oídos llegó prístino el mensaje de que a sus políticas de exclusión y confrontación le oponemos las nuestras que son las de la inclusión y la concordia”

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Fue un grito épico. Fue un grito que resonó desde las regiones de México hasta su capital y de esta hacia el mundo. Fue un grito que se lanzó hasta todos los confines del planeta.

Fue el grito de la democracia mexicana vestida de rosa. Quienes acudieron este domingo a todas las plazas de México y más allá, lo hicieron de manera orgánica, voluntaria y libre. ¡Qué contraste con las marchas organizadas desde el poder! Son eventos de una gran tristeza, pues el régimen trata a esos ciudadanos como si fueran súbditos: su razón de ser es cantar loas al tlatoani mexicano.

En contraste, la reuniones ciudadanas del pasado domingo tuvieron como objetivo defender la voluntad popular expresada en las urnas para que, como dijera Abraham Lincoln, el Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo jamás desaparezca de la faz de la tierra.

Nuestro mensaje fue múltiple. Primero a los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación les dijimos que cuentan con nosotros y que sabemos que actuarán a la altura que demanda el país para impedir la destrucción del INE, tal y como lo conocemos hoy. Ese es el sentido de las flores que fueron colocadas en el umbral del edificio que alberga a nuestro poder judicial. A diferencia del Presidente nuestra voz no habla desde la razón de la fuerza sino desde la fuerza de la razón. Y esta es muy convincente. No buscamos presionar desde un aparente poder de las masas, sino que queremos convencer con argumentos y con una gran pasión crítica.

Probamos que nuestro movimiento es pacífico: no hubo hechos de violencia y las plazas quedaron tan limpias como lo estaban antes de nuestra presencia en ellas.

Segundo, le hablamos a otros ciudadanos y ciudadanas para que sepan que unidos, todos y todas, podemos cambiar el rumbo del País para bien. Juntos somos muy poderosos, desunidos, muy débiles. También probamos que nuestro movimiento es plural, pues incluye a todos los grupos que conforman la sociedad mexicana. Nadie, que no quiera, se queda afuera.

Tercero, a las naciones del mundo les dijimos que la democracia en México corre un riesgo fundamental con las políticas autoritarias del régimen obradorista. Pero también les hicimos saber que hay una fuerza ciudadana dispuesta a impedir el descenso de México hacia el despotismo. El mensaje fue recibido y ahora se sabe en todo el planeta la índole de nuestra lucha. Desde aquí patentizó mi estimación a las muestras de solidaridad que nos han enviado ciudadanos y ciudadanas de diversos países.

Cuarto, a los partidos de oposición les hicimos sentir la fuerza de la sociedad civil organizada. Creo que sus líderes ya saben que, juntos, partidos y ciudadanos, debemos trabajar en concierto para conducir a México hacia la senda de la prosperidad, la justicia y la libertad.

Finalmente, le dijimos con toda claridad al régimen obradorista que nos contamos por millones quienes defendemos al INE y a nuestra democracia. Le dijimos que rechazamos cualquier pretensión de erigir un México en el que no cabemos todos. A sus oídos llegó prístino el mensaje de que a sus políticas de exclusión y confrontación le oponemos las nuestras que son las de la inclusión y la concordia.

La fuerza de este movimiento de la ciudadanía abarca la oposición al plan B que intenta debilitar mortalmente al INE pero también trasciende ese objetivo. Tenemos una idea del país que queremos y pronto comenzaremos a conversar con los ciudadanos al respecto. Por ahora, sin embargo, los ciudadanos mexicanos nos hemos encontrado y sabemos que tenemos porvenir. Así lo manifestamos el pasado domingo cuando con nuestro patriotismo retembló en sus centros la tierra.