Impulso al nearshoring

El crecimiento industrial de México es fundamental para el desarrollo integral del País. Por eso, debe reconocerse que el gobierno federal otorgue incentivos fiscales para promover la relocalización.

Pero la pandemia también trastornó la economía mundial al modificar las cadenas de distribución de bienes y servicios, que habían dominado las naciones asiáticas, sobre todo China.

La pandemia del COVID fue uno de los acontecimientos más impactantes en el último lustro. Afectando la salud y la vida de millones, fue una tragedia que duró casi tres años en su aspecto más mortífero. El desarrollo de vacunas y otros medicamentos para detenerla se puede considerar un milagro de la tecnología biomédica. 

Pero la pandemia también trastornó la economía mundial al modificar las cadenas de distribución de bienes y servicios, que habían dominado las naciones asiáticas, sobre todo China. El mercado más afectado fue el que abastecía a Estados Unidos desde Asia. 

Todos estos cambios abrieron la posibilidad de que muchas empresas que dejaron de operar y que se habían establecido en Asia, pudieran reinstalarse en lugares más cercanos a Estados Unidos, como México y Canadá. La cercanía geográfica haría que muchos de sus costos de transporte y otros disminuyeran aumentando sus ganancias.

La oportunidad de la relocalización de empresas por razones geográficas (el llamado nearshoring) no pasó desapercibida en México. Varios analistas, académicos, así como el sector empresarial hablaron de la oportunidad inigualable que se abría para México.  

Por diversas razones, el gobierno mexicano no se movió con la presteza necesaria para realizar cambios en su política industrial que permitiera la llegada de inversiones, producto de estos cambios económicos. Parecía una oportunidad perdida. 

Sin embargo, siguiendo el adagio de “mejor tarde que nunca”, el gobierno mexicano ha dado un primer paso en la dirección correcta. Esta semana se anunció que, por medio de un decreto presidencial, el gobierno mexicano otorgaría incentivos fiscales a empresas que buscan reubicarse en nuestro país. La medida aplica, por lo pronto, para diez sectores que se consideran clave para la economía mexicana. Las empresas que se beneficien del decreto deben exportar al menos el 50 por ciento anual de su facturación. El mercado natural es, por supuesto, el estadounidense, aunque no se reduce a él. Los sectores beneficiados son el de componentes electrónicos, semiconductores, baterías, motores, equipo eléctrico y electrónico, fertilizantes, farmacéutica, agroindustria, instrumentos médicos y cinematografía. 

Los tres primeros de ellos están asociados a las más pujantes industrias de vanguardia y seguramente serán clave en el futuro desarrollo económico del país. Aunque esto es un primer paso importante, grupos de empresarios, como por ejemplo los asociados a la Concamin, señalan la necesidad de que estos incentivos se amplíen a prácticamente todos los sectores de la economía. Esperemos que el gobierno los escuche. 

La política industrial de México debe dejar de ver hacia el pasado y comenzar a elevar la vista hacia el futuro. Ahí es donde nos conviene estar. 

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