Plagio y complicidad | Gustavo de Hoyos

Artículo escrito por Gustavo de Hoyos Walther

El obradorismo no es sólo un tipo de gobierno, sino una cultura y una forma de vida. La película completa la tendremos cuando antropólogos, sociólogos y politólogos publiquen estudios sobre este fenómeno social que ha dañado a México de forma extraordinaria. Cuando esto suceda una característica fundamental del obradorismo seguramente será la cultura del plagio. Sobran los ejemplos de altos funcionarios del régimen a los que se les ha probado plagios de obras que han presentado como suyas.
El último caso, sin embargo, tiene el potencial de poner en jaque al régimen. Fue el escritor Guillermo Sheridan quien destapó la cloaca, al publicar secciones de la tesis de licenciatura de la Ministra y favorita del Presidente para convertirse en Presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Yasmín Esquivel, y compararlos con una tesis publicada anteriormente. Para cualquier observador imparcial resulta evidente que se trata de un caso de plagio. Aunque Esquivel ha entrado en una etapa de control de daños, ninguna de sus justificaciones pueden ocultar el hecho incontrovertible de que ella copió casi en su integridad otro trabajo y lo presentó como suyo para titularese como licenciada en derecho.
El cargo que desempeña la Ministra, su pretención pública para presidir la SCJN, y su cercanía con el Presidente de la República mandatan un castigo ejemplar. En otros países como Estados Unidos, escándalos de menor magnitud, han hecho que jueces sean llamados a testificar ante el Congreso, lo que ha llevado, en algunos casos, a su renuncia.
¿Qué sigue? Seguir la ruta estadounidense. La Cámara de Diputados debe iniciar un juicio político, fundado en el artículo 95 de la Constitución, fracciones 3 (que obliga a Esquivel a tener un título de licenciada en derecho) y 4 (que la obliga a gozar de buena reputación y buena fama) cuya violación la inhabilitaría para seguir siendo Ministra.
Estamos también ante un gran desafío para la UNAM que, a través de sus órganos competentes, tendrá que manifestarse al respecto. No penalizar el plagio sería convalidar esa práctica que contradice el espíritu que le da razón de ser a la vida académica.
El escritor Gabriel Zaid habló alguna vez de la necesidad de sanear la vida pública como un requisito primordial para la convivencia civilizada. Si se deja impune este caso nuestro sistema de justicia se verá afectado de manera incalculable.
De cualquier forma, este escándalo revela mucho sobre la naturaleza de este régimen y sus beneficiarios. Por lo pronto, si López Obrador quiere preservar algo de credibilidad debería exigir a su fiel amiga y postulada a la máxima magistratura que presente su renuncia a la posición que ocupa. De otra forma, el silencio y permisividad del Presidente harían caer sobre él la sospecha de complicidad y la desvalorización definitiva de sus promesas de no mentir y no traicionar.

Consulta la versión original en: Plagio y complicidad, El Heraldo.

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