Otra vez vecinos distantes

Detonar el desarrollo de México, supone aprovechar cabalmente la integración comercial de Norteamérica en el marco del T-MEC. Las decisiones del gobierno en materia energética, están colapsando la relación con nuestros socios comerciales.

México podría perder una oportunidad histórica que quizás no se vuelva a repetir en décadas. Como resultado del trastorno de las cadenas de suministro y comercio causado por la pandemia y debido también a la disputa geopolítica entre China y Estados Unidos, nuestro país se encuentra en una excelente posición para aprovechar estos cambios a su favor. 

No sólo México y Estados Unidos (junto con Canadá) tienen suscrito un tratado de libre comercio, sino que debido a la creciente influencia de la cultura mexicoamericana en el vecino del norte, existe hoy una mayor confluencia entre los tres países de América del Norte.

Se pensaría que el gobierno mexicano aprovecharía está oportunidad inigualable para profundizar sus relaciones con sus dos principales socios comerciales. Lo contrario parece ser lo cierto. 

Apenas recientemente, grupos de empresarios estadounidenses organizados en la Alliance for Trade Enforcement solicitaron al presidente, Joseph Biden, iniciar un panel de arbitraje contra México por incumplimiento de las reglas del T-MEC en el ámbito de la energía. La administración Biden ha respondido inmediatamente y ha pedido a las empresas del sector energético estadounidense que preparen declaraciones juradas, ilustrando cómo, las políticas proteccionistas del gobierno mexicano, están poniendo escollos a las inversiones estadounidenses. 

Este consenso entre empresas y gobierno eleva la posibilidad de que la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos promueva la instalación de un panel independiente de solución de controversias en el marco del T-MEC. Lo que está detrás de esto es la política pseudo-nacionalista del régimen obradorista que ha buscado revertir las reformas para liberar el sector energético realizadas por el anterior gobierno. 

Es claro que esta contrarreforma se ha realizado sin tomar en cuenta la opinión de empresarios y gobierno de nuestro vecino del Norte. Si este no fuera el caso no se 

entendería su preocupación. Muchas de estas empresas se han quejado de que se les han puesto obstáculos para su inversión en nuestro país. 

Todo esto tiene graves implicaciones para la prosperidad de México. Si el panel que se piensa instalar tomara una decisión en contra de México, Estados Unidos podría imponer sanciones tasadas en miles de millones de dólares en aranceles. Pero incluso, esto sería un mal menor comparado con la pérdida de confianza que habría entre ambas naciones. Esto sería mucho más difícil de remediar. 

Al gobierno de López Obrador se le acredita haber aceptado continuar con las negociaciones que llevaron a la suscripción del T-MEC, que no fue sino la puesta en marcha de una nueva edición del TLCAN. Sin embargo, este acierto no minimiza el hecho de que ahora no se estén aprovechando las oportunidades abiertas por el nuevo paradigma de la economía internacional. 

Esperemos que la razón se imponga en los próximos meses y que Estados Unidos y México no se distancien. Eso sería una tragedia histórica porque nuestras naciones están destinadas a una mayor convergencia y hermanamiento.

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