México y la ONU | Gustavo de Hoyos

Aunque el trabajo de cabildeo diplomático para que México se convirtiera en uno de los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU fue del Gobierno del Presidente Peña Nieto, a López Obrador no le pareció mala idea.

Artículo escrito por Gustavo de Hoyos Walther

Durante los primeros días de su gobierno, el Presidente López Obrador parecía vivir una especie de luna de miel con la ONU. Sus discursos estaban llenos de elogios por la máxima organización de concertación internacional y varias veces propuso que ella realizara labores de mediación para resolver diversos conflictos. Aunque el trabajo de cabildeo diplomático para que México se convirtiera en uno de los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU fue del Gobierno del Presidente Peña Nieto, a López Obrador no le pareció mala idea. Y justamente en el marco del Consejo de Seguridad, fue donde nuestro Jefe de Estado  acudió al edificio icónico en Turtle Bay, para hablar de su visión de la seguridad internacional. 

Sin embargo, el romance político pronto se vio accidentado, debido a las críticas que, desde diversas instancias del sistema de Naciones Unidas, se comenzaron a esgrimir en contra de diversas políticas del gobierno actual, en particular en contra del proceso de militarización del país. A juzgar por recientes declaraciones, tanto del Presidente de la República como de funcionarios de la ONU, la relación podría evolucionar hacia la rispidez.

Apenas el mes pasado, el titular del Poder Ejecutivo hizo un duro reclamo al Fondo Global para Vacunas contra la Covid-19 que administra la ONU por, aparentemente, no haber distribuido las dosis estipuladas a México. Antes había acusado a organismos internacionales por actos de corrupción que, según él, terminan afectando a los países más pobres.

Recientemente, en una de sus conferencias mañaneras, el Presidente fustigó a la ONU, a la que calificó como poco profesional, tendenciosa y conservadora. La razón de la ira del inquilino de Palacio Nacional tuvo que ver con las continuas críticas a la política de militarización que el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha hecho al gobierno mexicano. Las invectivas del Presidente no pasaron desapercibidas. Como reacción a los dichos de López Obrador, la jefa del servicio de información del organismo en Ginebra, Alessandra Vellucci, invitó al Presidente mexicano a acudir a una reunión de la Asamblea General de la ONU, con el fin de que expresara su opinión. Para los estándares de la diplomacia internacional el tono de la funcionaria no fue suave. 

El conflicto entre la ONU y el gobierno mexicano está destinado a seguirse agravando mientras persistan los desapegos a resoluciones y convenios internacionales suscritos por México, en asuntos tan graves como la militarización de la seguridad pública y se multipliquen las violaciones a derechos humanos plasmados en acuerdos internacionales, en materias como la prisión preventiva oficiosa. Es preocupante que México haya abandonado su liderazgo y acción propositiva en muchos espacios internacionales relevantes.  Pero es más lamentable que las noticias que ahora se tienen de México en el sistema de Naciones Unidas se refieran a un Presidente que no cesa en descalificar a la máxima instancia de gobernanza global.

Consulta la versión original en: El Heraldo, México y la ONU

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