La hora de la ciudadanía | Gustavo de Hoyos

Artículo escrito por Gustavo de Hoyos Walther

Quizás el movimiento social más esperanzador en este momento a nivel global sea el que encabezan las mujeres en Irán. Su demanda es crucial para el futuro del mundo islámico que, desafortunadamente, no ha podido incluir a las mujeres en el desarrollo de sus sociedades cómo tendría que ser. De hecho, se podría explicar el deterioro económico de muchas de esas sociedades por su incapacidad para aprovechar las potencialidades de la mitad de su población.

Tal vez ese sea su mayor desafío hoy en día, y las mujeres iraníes están dando una lección de integridad y dignidad. 

Pero no todos los movimientos sociales tienen como objetivo la emancipación de las sociedades. Haríamos muy mal en suponer que las movilizaciones de grandes contingentes de personas tienen automáticamente demandas de justicia, libertad o igualdad. 

De hecho, lo que hemos visto en los últimos lustros son fenómenos de masas encabezados por demagogos que buscan aumentar el encono entre seres humanos, aunque disfrazados con una retórica de justicia social. Ni el Brexit en Gran Bretaña, tampoco el trumpismo en Estados Unidos, menos aún el putinismo en Rusia, y ni remotamente el bolivarismo en América Latina, pueden verse como movimientos sociales emancipatorios. 

Probablemente el movimiento social que más esperanza  generó en la comunidad internacional fue la Primavera Árabe en 2011 y 2012. Por un instante parecía que las personas movilizadas en Egipto, Libia o Siria podría conquistar el poder al arrebatárselo a las dictaduras, a un tiempo religiosas y militares. Sin embargo, como la primavera de Machado, el movimiento social terminó abruptamente, en parte por las acciones genocidas de Moamar Gadafi en Libia y de Bashar al-Asad en Siria, este último con la ayuda de la Rusia de Vladimir Putin.

El antecedente de la Primavera Árabe podrían haber sido los movimientos sociales en Europa del Este y las Ex-repúblicas soviéticas que lograron democratizar sus sociedades y, de paso, derruir al Imperio soviético, que había obtenido el poder en 1917. 

Ahora que en México,  está sucediendo lo que parecía impensable hace algunos lustros y se enfrenta a un poder con voluntad autocrática haríamos bien en aprender las lecciones de todos estos movimientos cívicos y sociales, sobre todo los que ocurrieron en países como Polonia, Hungría o Checoslovaquia a principios de los años noventa del siglo pasado. 

Es curioso, sin embargo, que en esas naciones el virus del populismo se encuentre ahora intentando destruir las bases liberales y democráticas que habían erigido los movimientos emancipadores de los noventa.

El nuevo movimiento que estamos formando muchos y que lleva el nombre de Unid@s deberá examinar otras experiencias para entender  lo que ha sucedido en otros momentos y latitudes. Aprender de los aciertos y de sus errores.

También deberá ganar aliados en el exterior, pues ningún movimiento social exitoso es autárquico, y más bien abreva de la solidaridad de gente que comparte los mismos ideales allende las fronteras.

Por lo pronto el mundo ya sabe que en Irán es la hora de las mujeres.

Con el lanzamiento de Unid@s, en México llegará la hora de la ciudadanía.

Consulta la versión original en: SinEmbargo, La hora de la ciudadanía.

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