Ante la crisis, es momento de actuar | Gustavo de Hoyos

[ El Economista ]

Gustavo de Hoyos Walther

Presidente Nacional de Coparmex

El daño ha sido muy grande. Aproximadamente un millón trecientas mil personas han perdido sus empleos formales como efecto de la pandemia. Pero el daño puede aún ser peor si no se actúa decididamente. El Gobierno mexicano tiene en sus manos instrumentos financieros con los cuales puede hacer frente a este enorme desafío. La cifra, de mantenernos en la tendencia actual, será de entre dos millones y tres millones de personas sin empleo hacia final del año. Es momento de actuar. 

Cada día que pasa cierran centenares de empresas y decenas de miles de personas quedan sin empleo. Cada minuto se pierden ocho trabajos. Se estima que alrededor de 250 mil micro, pequeñas y medianas empresas han quebrado y no hay forma de imaginar lo que esto significa en vidas humanas, en sufrimiento para las familias. Lo mismo que en la contención de la pandemia, el Gobierno ha quedado mucho a deber en el terreno de la economía.  

Diversos organismos de la sociedad han elaborado propuestas para apoyar a empresas y trabajadores que el gobierno ha rechazado. Hace unos meses presentamos una propuesta a la que llamamos Remedios solidarios. Consiste en lo siguiente: Las personas que tienen empleo, deben conservarlo, mediante una fórmula de apoyo tripartita; los que lo perdieron, deben poder contar con un ingreso en este periodo hasta que puedan volver a sus trabajos; debe apoyarse a las empresas para vuelvan a contratar a los que fueron despedidos en este periodo. El costo de este proyecto es de 204 mil millones de pesos, menos del 1% del PIB.

La situación del país es muy difícil, pero afortunadamente nos queda cierto márgen de acción. Concretamente, el actual gobierno contrató el año pasado con el FMI un crédito por 61 mil millones de dólares. Con el 15% de esos recursos se cubre la totalidad del programa de Remedios Solidarios. Otra opción: en abril próximo el Gobierno recibirá del Banxico alrededor de 500 mil millones de pesos por los remantes del tipo de cambio. Con menos de la mitad de esos recursos se puede implementar el 100% del programa. Estamos hablando de conservar cientos de miles de empleos, de apoyar a centenares de miles de personas que perdieron su empleo y que tendrían un ingreso mínimo para evitar que salgan de sus casas a buscar trabajo. Nos referimos, también, al apoyo que recibirían las micros, pequeñas y medianas empresas como estímulo para volver a contratar a una parte importante de los empleados que tuvieron que dar de baja por la crisis. 

Ambas soluciones no implican que el Gobierno rompa con su equilibrio financiero. Tanto el crédito del FMI como los remanentes del Banco de México fueron diseñados para emplearse en momentos de emergencia. Huelga decir que el que vivimos es un momento de máxima emergencia. No se trata de rescatar empresas insolventes, se trata de apoyar a las empresas y a los empleados que perdieron sus centros de trabajo con motivo de la pandemia. 

Conforme las cifras de desempleados crecen vamos perdiendo de perspectiva qué significa, en lo individual, la perdida de un empleo concreto. El drama qué eso significa. ¿Cuántas personas que trabajaban en restaurantes, en pequeños talleres y consultorios, en oficinas, han perdido su empleo? Personas de gran capacidad y experiencia están en estos momentos enviando sus curriculum en busca de trabajo, y no están encontrando oportunidades. Al temor de la pandemia se suma el desempleo. La situación no se va a arreglar por si misma, es preciso intervenir de forma enérgica e inmediata. 

Hace algunos meses el Presidente dijo que si una empresa quebraba era problema del empresario. Me parece que no comprende a fondo el problema. Si una empresa quiebra son decenas o centenares de personas las que se quedan sin ingresos. Una crisis de empleo como la que estamos viviendo puede derivar en un mayúsculo problema social.   

En otras partes del mundo, especialmente en la Unión Europea, se están gestando gigantescos apoyos a todos los miembros, especialmente a los más dañados por la pandemia. Sin embargo, no debemos perder de vista que no hay ningún programa de transferencia de recursos más eficaz que un empleo que sea sostenible por si mismo. 

El Presidente López Obrador recibió uno de los países menos adeudados de la OCDE. El margen que tiene para endeudarse es razonable. En el presente caso –sin duda un caso de emergencia–, debe hacerse de forma responsable. No importa si el Gobierno retoma el proyecto con otro nombre. La oportunidad está ahí y hay que aprovecharla. 

Existe actualmente un gran consenso entre todos los partidos, incluído Morena, para aplicar el Ingreso Mínimo Vital. Sin duda es un paso en el sentido correcto. Pero se trata de un paso limitado. Los Remedios Solidarios a los que me he referido son una alternativa mucho más completa y existen formas de financiarlos. 

Cada una de las más de un millón de personas que se han quedado sin empleo son un caso concreto, individual, muy grave. Son personas que durante años pagaron sus impuestos y su seguro social, y que ahora sienten que el Gobierno y la sociedad los están dejando solos. Deben ser tratados como un grupo vulnerable y debe dárseles un apoyo temporal.  No podemos perder más tiempo en “politiquerías” y polarizaciones, cada día que pasa miles de personas lo resienten.  

Consulta la versión original en: El Economista, Ante la crisis, es momento de actuar.

Twitter: @gdehoyoswalther

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