Hacia un gran acuerdo de seguridad de América del Norte

El crimen organizado está desplazando al Estado mexicano en el control de territorio y estado de fuerza en muchas regiones del País. Esa realidad y los riesgos geoestratégicos asociados, están radicalizando la posición de actores políticos relevantes de EEUU sobre México de cara a su proceso electoral. Es impostergable negociar un gran acuerdo de seguridad de largo aliento para Norteamérica dejando atrás paradigmas y simulaciones.

En México la inseguridad ciudadana está atada inevitablemente a las actividades de bandas organizadas del narcotráfico.

En México la inseguridad ciudadana está atada inevitablemente a las actividades de bandas organizadas del narcotráfico. Dado que ellas apuntan principalmente al mercado estadounidense la dificultad no es sólo de México, sino que, por su naturaleza, se trata de un dilema que atañe también a nuestro vecino del norte.

A nadie escapa la seriedad del problema. Todos los datos y las cifras disponibles nos presentan un retrato muy preocupante de la seguridad en América del Norte, que proviene primariamente del control que tienen las bandas organizadas de narcotraficantes en varias zonas del país. Quizás exceptuando al Presidente de México, la gravedad de la situación es reconocida por tirios y troyanos.

La verdad sea dicha: el arribo casi simultáneo al poder presidencial de Donald Trump y López Obradoramplió la falta de coordinación entre ambas naciones en materia de seguridad. Aunque esta ha mejorado desde que llegó Joseph Biden a la presidencia de Estados Unidos, aún está lejos de ser óptima.

Del lado estadounidense, el principal obstáculo para una política de seguridad mejor coordinada es la opinión mayoritaria en el Partido Republicano, que privilegia el unilateralismo y opciones bélicas o policíacas sin una estrategia diplomática.

Del lado mexicano, la mayor dificultad parece ser la visión errónea del Jefe del Ejecutivo sobre las causas de la inseguridad ciudadana y de las actividades de las bandas criminales. Su estrategia de “abrazos no balazos” ha fracasado estrepitosamente. En lo que respecta a la relación con las agencias de seguridad estadounidenses, el gobierno actual ha tenido diversas disputas, por ejemplo con la DEA, que no facilitan el diálogo. A pesar de que el actual Embajador de Estados Unidos parece tener una relación personal muy estrecha con el Presidente mexicano, eso no sucede en otros niveles de gobierno.

Por todo ello, es indispensable comenzar acercamientos diplomáticos entre México y Estados Unidos que culminen en la suscripción de un gran acuerdo de seguridad, que pudiera incluir también a Canadá. Al menos tres razones apuntan a esto. En primer lugar, el hecho de que el mercado de drogas es binacional, desde hace varias décadas, hace que la solución deba ser pensada en conjunto entre Estados Unidos y México.

En segundo lugar, México no puede resolver el problema de su propia seguridad sino cuenta con la colaboración de su vecino del Norte. En tercer lugar, si nuestros países están destinados a unirse cada vez más, es importante que el T-MEC sea complementado con un acuerdo de seguridad. Las inversiones y exportaciones de Estados Unidos a nuestro país tendrán así mayor certidumbre.

Mientras más rápido se concrete este acuerdo menos muertes y sufrimiento innecesario habrá en los dos lados del Río Bravo.

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